Villanueva de la Serena, domingo de diciembre.
El obrador de Javier Quintana huele a Navidad: panettones colgados boca abajo para conservar su alma esponjosa, coquitos dorados que crujen al tacto, turrones decorados con mimo y carácter. Pero lo más valioso no está en los hornos, sino en las manos que los alimentan.
Compartir jornada con Javier ha sido un regalo: conversación, técnica, risas, y ese compromiso con la pastelería que no se improvisa.
La Navidad se cuece en obradores como este, donde el tiempo se detiene y el oficio se celebra.
Seguimos dándole a la Navidad 🎄
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